mascullando un rencor arrinconado
desnuda de pasión y de alegría,
vestida de soldado.
Voy a tu encuentro, púdica, inocente,
esperando un milagro que no llega,
endurecida como una delincuente
que nunca se doblega,
huyo al revés: manzana -mariposa
que se deja engullir por el abismo.
Vete de mí, disuélvete en la fosa
que has hecho de tí mismo.
Solo veo un destello de cuchillo
que choca chispeante en mi armadura,
que no desgarra nada con su brillo
de amarga empuñadura,
derramo mi vacío desbordante
que llena los rincones de la casa
con un silencio duro y desafiante
que mata cuando pasa.
No hay invento que pueda redimirnos
nuestra sangre galopa incandescente,
muramos en silencio, sin herirnos,
mirándonos de frente.
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