Manzanjas y perubas exprimidas
dan un un licor de suave terciopelo
que huele a azahar y sabe a caramelo
y es cura de las almas malheridas,
si el corazón se torna anaranjado
y los ojos racimos que gotean,
enjuga las pupilas que flaquean
y serena el latido amotinado.
Manzanjas y perubas, miel y viento
en las bocas nubladas de promesas
escapan con sus cómplices las fresas
al frutero global del firmamento.
Entre lúcuma y lima tomo asiento
-soy una de tantísimas teresas-
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