martes, 4 de marzo de 2014

 
 
 
Aún espero la rama verdecida
como aquélla del olmo de Machado,
donde el tronco podrido y arrugado
retornó al milagro de la vida,

rama de la tardía primavera
viva y verde, de savia renovada,
desafiando al aire, perfumada
entre surcos resecos de madera.

Aún espero la mano de la suerte,
su dedo señalando mi epicentro,
el camino de luz hacia el encuentro
de los enterradores de la muerte.

Aún espero las risas y los besos,
las olas esmeraldas y espumosas,
el amor que me cale hasta los huesos.
Espero todavía tantas cosas....
 
 
 

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