
Tiende el amor a cargarse de cadenas
y sin premeditarlo, hacernos daño,
a vestirse de obviedad, a ser tacaño,
-sin saberlo el tiempo le envenena-
tiende el amor a quedarse en una esquina,
apoyado, como un harto mendicante,
con el cansancio escrito en el semblante
esperando el huracán que se avecina,
tiempo y amor escriben sus certezas
sus grises experiencias cotidianas
hastiados de tragarse sus desganas,
compartiendo rutinas y tibiezas
un día, -uno cualquiera, todo estalla:
los miedos, los silencios, los reproches
y los llantos silenciados tantas noches.
El tiempo es ganador,
el amor calla.
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