
Roja como el crepúsculo que estalla
desgranado los duelos vespertinos
rojos y panfletarios como el vino,
roja de ira y roja de metralla,
granadina esparcida por la arena
que oscurece con cada mediodía
pincelada carmín de la ironía
zurda de las dos manos y serena,
adicta a los rubores de mejillas
y al rojo de las salsas con guindillas,
al mar calmo, y al mar enfurecido.
Del azul de la frente al pecho en llamas
me agarro como puedo de las ramas
por no darlo ya todo por perdido.
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